jueves, 25 de marzo de 2010

Lucía y el Sexo (Julio Medem, 2001)

"He decidido que sepas que yo con quien quiero vivir es contigo. Y no sólo porque te vea muy sólo, sino porque estoy completamente enamorada de ti. Loca perdida, ya me ves..."

Éste era el monólogo que yo llevaba hoy a la prueba de los cortos de una escuela de cine. Prueba de la que me he enterado esta misma mañana (porque se publicó mismamente anoche) Prueba a la que he decidido ir y para la cual me he preparado un monólogo en cero-coma-dos.

...

De verdad, ¿es necesario ser tan desagradable con la gente? Por supuesto no todos, había gente maja (o que parecían ser majos) pero como siempre pasa, una sóla manzana podrida estropea toda la cesta.

Odio. ODIO a la gente que te trata mal en los castings. Que te miran con desdén. Que incluso te critican, quizás no directamente, pero sí insinuando que ellos lo hacen mejor que tú... Si ya me parece mal en una prueba profesional, imagínate para esto... Que somos todos veinteañeros, muchachos, que yo acabo de terminar de estudiar y vosotros todavía estáis estudiando! Que me estoy ofreciendo para trabajar sin cobrar un duro, y que lo mínimo es que haya buen ambiente!
Nada más entrar se respiraba la tensión... Pero lo mejor ha sido al salir, cuando una chica ha entrado y les ha preguntado "¿ha venido gente interesante?" - "según lo que vayas buscando"...
Supongo que en cuanto yo he salido me habrán puesto a caldo... Pero al fin y al cabo lo mismo estoy haciendo yo ahora. Estamos en paz.

domingo, 7 de marzo de 2010

Casablanca (Michael Curtiz, 1942)


"Here's looking at you, kid"

En España se tradujo como "a tu salud" (Sin comentarios acerca de las películas dobladas) pero lo que Bogart le decía a Bacall mientras brindaban en Casablanca era
"Here's looking at you, kid".
No es un dato de gran importancia, lo sé, pero así fue de cualquier modo.
La semana pasada tuve que ir a Londres a hacer un par de pruebas. Todo de repente, como siempre, todo sin darme tiempo a asimilarlo, todo sin darme tiempo a dudar. Mi vida es así últimamente. Y me gusta, porque gracias a eso, los detalles pequeños cobran significado. Cuando algo te llama la atención, parece que el mundo realmente se para, y le dedica un segundo dentro de su frenesí, a ese pequeño detalle, que podría convertirse en un gran avatar. O no.
Ese pasado martes, en el aeropuerto de Barajas, había dos colas en el control de pasaportes. Como siempre pasa, la mía era la más lenta, y como siempre, tan pronto como me hube cambiado de fila, y una chica británica me hubo seguido; fue la otra cola la que empezó a avanzar. Todo un clásico. El novio de la chica británica había seguido fiel a su primera opción, presumiendo seguramente que acabaría pasando antes que nosotras, como en efecto hizo; y justo cuando iba a pasar al otro lado de las puertas, se volvió y dijo: "Here's looking at you, kid"
Es evidente que no se dirigía a mí, y es probable que ésa sea una broma común entre su grupo de amigos, y que en conjunto toda la anécdota no tenga la mayor trascendencia. Lo sé. Pero a mí ese chico me cayó bien en ese mismo instante. Y supe que seguramente, hubiésemos sido amigos. Si hubiésemos volado juntos, o si hubiésemos coincidido los tres en la cafetería, o si me hubiesen sentado junto a él y su novia.
O quizás no. Quizás el chico sea un indeseable. O un insulso sin sentido del humor. O uno de esos graciosillos que hacen bromas todo el rato sin entender lo que dicen. Qué más da. El caso es que el mundo se paró y le dedicó un segundo, para que yo supiese que hubiésemos podido ser amigos.
Lo que más me gusta de mi vida, es que los detalles pequeños cobran importancia.
O no.

viernes, 29 de enero de 2010

Tienes un e-mail (Nora Ephron, 1998)

Querido Tú:


Sé que aún no nos conocemos, pero creo que algún día te gustará leer lo que pasaba por mi mente antes de que Tú, querido mío, entraras en mi vida.

Quizá pienses que estoy un poco loca - pero qué tontería, eso ya lo sabes; lo sabes y te encanta, porque por eso eres Tú, porque ves una virtud en cada uno de los defectos de esta pobre Yo. En cualquier caso, no merece la pena negarlo. Lo cierto es, amado Tú, que hablo contigo, sin conocerte. Sin saber qué aspecto tienes ni cuál es tu color favorito (porque ni tú mismo te aclaras, te encanta el azul, pero siempre eliges bufandas de color verde). Sin reconocerte si es que alguna vez nos cruzamos por la calle; sin saberte descubrir si al final resultara que Tú ya estabas ahí.

Mi secreto es, te lo confieso, Tú; que hablo contigo casi todos los días, en mi mente. Sobre todo cuando camino a algún sitio, sola, y voy contándote las cosas que he hecho, y cómo me afectan a mí directamente. Y Tú, siempre sabes comprenderme, siempre entiendes cuándo necesito consuelo; cuándo una regañina que me baje a la realidad de que hay dramas más importantes que los míos; y cuándo un empujón de ánimo me pondrá en marcha de nuevo. Siempre aciertas, Tú, y te admiro por ello, y por aguantarme; pero qué digo, en realidad te quiero precisamente porque para ti no es un sacrificio, sino lo que quieres hacer… Te quiero porque me quieres en una forma que sólo Tú podrías.

Hablo contigo también cuando me voy a la cama, y nos damos las buenas noches y sé que cruzas tu brazo por mis hombros aunque Tú no estés a mi lado. Cuando tengo un momento de desesperación, consigues que al contártelo parezca más una broma de la vida que un motivo real para preocuparse. Cuando tengo dudas absurdas, me siento menos tonta si puedo pedirte opinión, y Tú me dices qué harías en mi lugar.

No nos hemos encontrado, es cierto, pero Yo ya te conozco, querido Tú; y aunque deseo verte, no tengo prisa porque llegues. Porque llegarás algún día, Tú, y me sacarás de quicio sólo para verme rendirme ante tu cabezonería, y ante la evidencia de que no importa lo que hagas; por algo eres Tú.

Me pregunto si Tú hablas conmigo donde estés. Tú que sabes mejor que nadie cómo soy (cómo no ibas a saberlo, si hablamos casi todos los días), ¿pensabas en mí antes de que llegara Yo?

Un beso de ésta que te quiere,
Yo.

La Dama de Shangai (Orson Welles, 1948)

Como casi todos los barrios de Madrid (y seguramente de media España) en el mío hay varias tiendas "de chinos". Concretamente, a menos de 100 metros de mi casa, hay tres.

Pero no creo que haya ninguna como Paloma, Flor de Loto.

Paloma regenta una tienda de alimentación, y evidentemente no se llamará Paloma, se llamará wuan chung yan (que quizás signifique paloma en chino, o tal vez flor de loto) pero Paloma ha hecho un esfuerzo por integrarse en el barrio y en el país. Sus hijos hablan castellano mejor que yo y que muchos españoles; y su madre, aunque con acento, ha asumido los dejes y expresiones de la gente; lo mismo te despide diciendo "adiós, guapa!" que mientras habla con una chica sudamericana suelta "sí? qué bueno, ché!"

Y es que Paloma Flor de Loto es toda una autoridad en mi barrio. Conoce a todo el mundo (y viceversa) y no sé qué haría yo sin ella una media de una vez al día...

De momento Paloma Flor de Loto y yo sólo conversamos sobre el tiempo (qué frío - sí, pero por lo menos ya no nieva) pero yo estoy haciendo esfuerzos por ganarme su confianza, y aprovecho cada vez que puedo para llamarla por su nombre... (por su nombre español, no me atrevo a llamarla wuan chung yan no sea que lo pronuncie mal) Espero que pronto me pregunte cómo me llamo yo, porque hasta ese momento, en el que Paloma te llama por tu nombre, en este barrio no eres nadie.

miércoles, 20 de enero de 2010

Toy Story (John Lasseter, 1995)

Esto de que el único que te de un poco de amor por las noches sea Fred, el oso de peluche, resulta, en ocasiones un tanto deprimente.

En ocasiones como ésta, en las que una está al borde de la muerte por culpa de un pasajero (pero puede que letal) dolor de garganta, que acabó por convertirse en toda una noche vomitando. En esos momentos se echa de menos a alguien que te traiga una infusión calentita después de cenar, o que te acaricie la espalda mientras tú estás tirada en el sofá con la cabeza apoyada en sus rodillas (porque Fred se deja acariciar muy bien, pero de él nunca sale el acariciarme a mí...) O que te cocine el arroz blanco; y sobretodo alguien que esté pendiente por si me fallan las fuerzas y me abro la cabeza contra la bañera...

Se echa de menos también a la voz de la razón, que hace ya un tiempo que no aparece por mi cabeza (Por favor! Vuelve! Prometo que te haré más caso a partir de ahora!) Al menos estaría bien que Fred me aconsejara de vez en cuando, especialmente antes de escribir mensajes de móvil a las personas equivocadas... Pero no hay nada que hacer; si algo es Fred es muy reservado con sus opiniones...

Eso sí, Fred también tiene sus cosas buenas. Para empezar, siempre me comprende, da igual el idioma en que le hable (telepático incluido) No es un actor, lo cual significa (además de que probablemente tenga mejor juicio que yo, aunque lo exprese poco) que por mucho que nos hayamos conocido en Inglaterra, él se puede venir a vivir a donde quiera que yo vaya (así de incondicionalmente me ama) sin tener problemas para encontrar un trabajo... De hecho, ni siquiera tendrá problemas para buscarlo, porque no lo hará. Fred es un mantenido. Por si fuera poco, nunca discuto con Fred. Siempre cede ante lo que yo quiero. Es cierto que la convivencia así es un poco aburrida, pero nos ahorramos mucho tiempo en peleas que no llevan a ninguna parte... Y lo más importante de todo: estrujado contra mi barriga es taaaan calentito...

Así que, mirándolo desde este punto de vista, mucho mejor tener a Fred, de él siempre sabes lo que puedes esperar.

lunes, 18 de enero de 2010

Mujercitas (Gillian Armstrong, 1994)

Va a ser verdad eso de que 2010 es mi año, y es que no ha hecho más que empezar y las cosas van sólo bien...

Yo hubiese preferido llegar e instalarme, pero qué más da, qué mejor que una llamada para concertar una audición en Londres para empezar el año... Así que llegué, ensucié y me fui a la Pérfida Albión!

Y ahora... toca limpiar... Lo que más me llama la atención es que, por mucha pereza que me de ponerme, luego me lo paso pipa limpiando (si mi madre lee esto me deshereda) No, gracias, no hace falta que me ofrezcais vuestras propias casas para limpiar, con una, creedme, tengo bastante; pero sí que me resulta, cuando menos, entretenido, tener la radio puesta mientras froto el parquet con vinagre... ¿Alguna vez habéis probado esto? ¡Da muy buenos resultados! Lo mismo incluso pierdo un par de kilos a) por el ejercicio que supone y b) ahora mismo tengo un colocón de vinagre que lo último que me apetece en esta vida es comer...

El que no se consuela es porque no quieren. Eso dicen al menos. :)

Dentro de poco tendré internet en casa y podré escribir más a menudo y seguir más de cerca otros blogs. Por ahora, aquí queda esta entrada, desde un pensamiento feliz.

martes, 5 de enero de 2010

Lo que el Viento se Llevó (Victor Fleming, 1939)

Cuando en EEUU se publicó el libro de Margaret Mitchell Lo que el Viento se Llevó, fue tal el éxito que el país entero se volcó en el paso del best-seller a la película. Todo el mundo creía saber quién era el actor más adecuado para interpretar a Rhett Butler; y por supuesto, todas las actrices, conocidas o no, sabían quién era la actriz perfecta para interpretar a Scarlett: ellas mismas.



Cuentan que en una ocasión, una caja llegó a las oficinas de la productora de la película. Al abrirla, una actriz salió corriendo, derechita al despacho del señor Selznic, donde empezó a desnudarse. Se cuenta también que el día de Navidad, un paquete muy grande fue entregado al productor, del cual salió una mujer caracterizada como la señorita Escarlata (miriñaque y lazo en la cabeza incluídos) que le dijo: Feliz Navidad señor Selznic, soy su Scarlett.
Yo me planteo si no debería hacer lo mismo. Aprovechando que mañana es día de Reyes, podría enviarme a mí misma en una caja a la casa de Woody Allen... Aunque siendo americano no tendría mucho sentido, tendré que esperar hasta Diciembre y enviarme como regalo de Santa Claus. Ahora que lo pienso, Woody Allen es judío... alguien sabe qué día reciben los regalos en Hannuka? ¿Se escribe así Hannuka?
Bueno, ya que hago el viaje a Norteamérica, aprovecharé para visitar a Spielberg. Dejarme caer por su casa (metafóricamente hablando, claro, tendré que buscar una buena compañía de transportes que trate bien mi caja) y decirle cuatro palabras... "Dame-trabajo-por-favor" Encaja. Una vez que empiece a hablarme con su acento americano entonces ya será más difícil mantener una conversación, pero si digo a todo que sí estaré seguramente haciendo lo correcto... ¿No?
Descartamos mejor la opción estadounidense. Quedémonos en el país. Almodóvar. Me podría presentar en su casa con un Roscón de Reyes e itentar conquistarlo por el estómago. A la casa de Amenábar mejor no ir, corro el riesgo de enamorarme perdidamente de su pareja sentimental (por qué siempre me enamoro de hombres homosexuales?) y que la cosa no acabe bien... Y no quiero cerrarme puertas con Alejandro. No todavía, tenemos un brillante futuro juntos, a lo Hithcock y Tippi Hedren... Sólo que él no lo sabe todavía, pero tiempo al tiempo.
O podría olvidarme de los directores e ir directamente a la casa de algún actor... Igual se enamora perdidamente de mí (lo cual solucionaría en cierta forma el problema de mi amor por los hombres equivocados) y me presenta como su pareja oficial en la alfombra roja, y de ahí a la gran pantalla sólo hay un paso...
...
Fijo que en ese paso doy un tropezón y me caigo.
PD: La fiesta judaica se escribe Jánuca (o Hannukah en inglés) y dura ocho días entre finales de Noviembre y finales de Diciembre...